viernes, 12 de octubre de 2012

YA NADIE MIRA LAS ESTRELLAS

La operación fue todo un éxito. Era la alternativa más peligrosa, pero la única que ofrecía alguna esperanza de conseguir una recuperación que le procurara una calidad de vida digna. Después de cinco años de un progresivo deterioro que le llevó a un estado semivegetativo, ahora tendríamos que armarnos de paciencia, la rehabilitación sería lenta y trabajosa, pero los especialistas aseguraban que en no más de seis meses recuperaría bastante autonomía.
Nacho deseaba volver a tomar sus lápices y sus pinceles cuanto antes, deseaba volver a pasar horas ante un lienzo estampando en él la realidad que sus ojos le transmitieran. Pero ahora, lo fundamental para su recuperación sería que su estado anímico le procurara la fuerza necesaria para luchar contra la pereza de su cuerpo; ante eso, sería necesaria una absoluta discreción de la actual situación del mercado visual. El doctor Navascués nos advirtió que hiciéramos lo posible para que no se enterara de los últimos cambios habidos en los servicios de oferta sensorial; al menos, hasta que no recuperara en un setenta y cinco por ciento la visión; después, valorarían si su estado recomendaba la implementación del chip visual o no. Hasta entonces nosotros deberíamos seguir pagando la conexión Premium. Esta conexión nos permitía una total libertad de visión en la mayoría de los espacios cerrados: en el hogar, en el trabajo, en los edificios públicos y en algunos entornos urbanos. No era barato, la tarifa mensual ascendía al cincuenta por ciento del salario mínimo interprofesional por cada miembro de la familia, pero la recuperación de Nacho lo exigía y este gasto era algo innegociable. Lo más complicado era mantener esa realidad virtual durante los paseos por el recinto ajardinado de la clínica. Nacho no debía conocer aún la situación real del mercado visual y le explicamos que la mayoría de los pacientes de aquel departamento habían desarrollado una enfermedad congénita que les afectaba a la vista, de ahí que enfermos y familiares fueran invidentes. Lo cierto era que la mayoría de ellos no podían permitirse una conexión como la nuestra y tenían que desplazarse con los dispositivos de orientación espacial que la empresa suministradora nos había facilitado. Esa fue otra de las excelentes negociaciones por parte del secretario de Estado de Bienestar Social: impuso al grupo de empresas financieras que ganó los permisos de explotación visual que nos proporcionara al menos un bastón a cada ciudadano censado; después, la medida se universalizó a todo el que viviera en España, legal o ilegal. Hay quien no ha llegado a entender esta propuesta, pero creo que ha sido bueno para todos que incluso los ilegales puedan moverse por la ciudad con su bastón; esto no es más que un síntoma de lo avanzado de nuestro sistema social. También proliferan los desconsiderados que piratean la señal de su chip y consiguen una línea Premium Plus totalmente gratis, pero esto, además de ser un claro ejemplo de incivismo, comporta muchos riesgos. En primer lugar, si te pillan con el código del tálamo en abierto, supone una extracción ocular fulminante; además, en la mayoría de los edificios públicos tienen instalados inhibidores y toda frecuencia ilegal la interfieren provocando visiones falsas y cegueras momentáneas, esto puede ocasionar graves accidentes o, en el mejor de los casos, no pocas molestias.
Como siempre ocurre ante cualquier avance convivencial, unos pocos radicales inconformistas se han organizado formando una asociación con aspiraciones políticas. Dicen defender el derecho del ser humano a una visión libre: locas utopías de revolucionarios trasnochados. Lo cierto es que, aunque al principio esta selección visual puede parecer muy chocante, incluso hay quien dice que traumática, de ahí el cuidado que ahora debíamos tener para no inquietar a Nacho, la empresa suministradora de la señal lo tiene todo muy bien organizado y la inmensa mayoría entendemos que si ellos han comprado los derechos de imagen de España, Portugal y Marruecos, hay que respetar ese acuerdo de libre comercio; además, para ellos tampoco es todo ganancia, deben cumplir unas contraprestaciones: a cambio nos ofrecen toda la programación de múltiples canales audiovisuales totalmente gratis, y transferidos directamente a nuestro tálamo, sin necesidad de ningún aparataje externo. El sistema de alta y cobro es bien sencillo, todos portamos un receptáculo de huella digital (una especie de dedal electrónico, para entendernos), introduciendo en él el dedo anular, el sistema reconoce al individuo e, inmediatamente, le asocia a un saldo bancario; después, le ofrece las distintas opciones a través de visión intraocular y el usuario elije la que más le conviene presionando el receptáculo. Las opciones son múltiples: visión nocturna (con cielo estrellado y en verano a precios prohibitivos, pero, en realidad, ¿quién está interesado en ver las estrellas?), visión diurna urbana, visión diurna bucólica,… En fin, tantas opciones como libertad para elegirlas. No se puede entender el afán de algunos por socializarlo todo, como si los que no se esfuerzan suficiente para prosperar en la vida, tuviesen los mismos derechos que los españoles de bien que trabajamos con denuedo por una España mejor.
 Bueno, regresemos al devenir de Nacho, que es lo que nos ocupa. Él continuaba mejorando a pasos agigantados y, al mismo ritmo, preguntaba y preguntaba, por qué todo el mundo iba con los bastones. A los cinco meses de la intervención, el doctor Navascués nos reunió a todos los familiares para darnos el informe quincenal y asegurarnos que en menos de dos semanas podrían darle el alta, entonces le implementarían el chip sin ningún tipo de problema de rechazo. Ahora llegaba el problema serio, conociendo a Nacho y sus locuras de bohemio, seguro que no aceptaría que su visión pasara por el tamiz del negocio sensorial. Así fue, montó en cólera y desapareció de nuestra vista, sobre todo porque se nos agotó el saldo de visión exterior diurna urbana. Nos pusimos en contacto con algunos antiguos amigos suyos, también pintores, y nos aseguraron que ellos no sabían nada; nos remitieron a una asociación que estaba sacando por la zona de pirineos a algunos activistas del movimiento “Proveo”. Así nos pagó Nacho nuestros desvelos.


Colaborador de Liebanízate

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